Son cerca de un millón de personas en España, tienen unas costumbres muy arraigadas, son muy familiares, su pasión es el cante y el baile flamenco y muchos tienen lo que denominan “duende”. Pero ante todo son gitanos.
No existen cifras exactas pero el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad estima que existen entre 750.000 y un millón de gitanos en nuestro país. A pesar de la falta de precisión en estos datos, lo que sí se conoce es la distribución de esta etnia por Comunidades Autónomas. Tan solo en Andalucía se concentra el 45% de los gitanos españoles.
Son muchos los prejuicios que se tienen hacia a ellos. Según datos de la Fundación Secretariado Gitano (FSG), desde 2008 se han recogido 668 casos de discriminación y rechazo social hacia gitanos. De ellos, 188 señalan como sujeto discriminador a los medios de comunicación.
Se han denunciado 668 casos de discriminación y rechazo social hacia gitanos desde 2008
En muchos casos, esta discriminación social se produce por falta de conocimientos y compresión hacia esta cultura. Por ello cuv3 ha querido que sea una familia gitana, la de Fina Cortés, la que explique cómo son sus costumbres y cómo se definen.
El papel de la mujer: la casa
Desde 1980, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales es el encargado de llevar a cabo el Programa de Desarrollo Gitano, cuyas competencias principales son elevar la calidad de vida, facilitar su integración social y reducir la discriminación de la mujer.
Este último punto es uno de los más destacados, es una realidad que hasta los propios gitanos reconocen. “El papel principal de la mujer es la casa, el hombre es el que está en la calle, el que tiene que ganar el dinero y la mujer es la que tiene que lavar la ropa, la tiene que hacer las cosas…”, afirma Fina Cortés, una mujer gitana de Almería.
“La mujer, por costumbre, tiene que estar más en la casa con los niños, tenerle al marido todo preparado cuando llegue… Pero yo personalmente pienso que si por determinadas causas, como ahora mismo está la vida, tiene que trabajar porque el marido no tiene dinero, pues sí lo puede hacer. Pero mientras que el hombre pueda yo veo bien que la mujer esté en la casa con sus hijos”, explica José Belmonte, hijo de Fina Cortés.
Una boda “a lo gitano”
Un rito muy sonado en su cultura es la boda gitana, una celebración que no tiene por qué conllevar papeles firmados, juzgados o iglesias. “Yo no me casé por la iglesia, ni por el juzgado, ni con ningún tipo de papel, ella solo se vino conmigo a mi casa, hicimos una fiesta y al venirse conmigo a vivir ya era mi mujer”, declara Belmonte.
“Mi boda fue ‘superespecial’. Yo estaba en la fiesta muy contenta, luego me saqué el pañuelo, me cantaron, me honraron a mí, a mis padres, a mi abuelo a la familia de mi marido… Pero yo no me he casado por el juzgado ni nada, yo me he casado por lo gitano, me saqué el pañuelo y me fui con mi marido, yo no tengo un papel que diga que estamos casados pero para mí el papel es mi pañuelo”, argumenta Estefanía Rodríguez, mujer de José Cortés.
Se trata de una cultura compleja, con unos hábitos diferentes, pero con los que ellos están de acuerdo y por lo tanto hay que alejarla de prejuicios y estereotipos simplistas.
En resumen y en palabras de José Cortés, “un buen gitano es una persona familiar, una persona que está contigo e intenta que estés lo mejor posible, que se quita de lo suyo para dártelo a ti, para que te sientes cómodo, alguien respetuoso con la familia”.
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